por Atahualpa Amerise
LA HABANA, Cuba.- Líder en la carrera de las vacunas contra el Covid-19 en Latinoamérica, Cuba sufre una preocupante escasez de medicinas. Las despensas en farmacias y hospitales están prácticamente vacías y la población es más vulnerable que nunca frente a enfermedades como la diabetes, la artritis o la sarna.
Con una eficacia del 92,2% en tres dosis según las autoridades sanitarias locales, el candidato cubano Abdala se acerca al nivel de las vacunas de Pfizer y Moderna y supera a Astrazeneca o Sputnik V. Una vez homologadas, Abdala y Soberana 02 previsiblemente serán las primeras desarrolladas en América Latina.
La avanzada industria biotecnológica de Cuba y su relativo éxito en la lucha contra el coronavirus (menos de 1.300 muertos en total, decenas de miles de PCR diarios, aislamiento de contagios) contrastan con la situación de la salud pública en el país: quienes caen enfermos carecen de medicamentos para curarse.
“Simplemente, no hay”, indica a EFE un joven médico de un consultorio del municipio de Playa en La Habana.
¿Y cómo es posible tratar a los pacientes sin antibióticos, analgésicos ni otros fármacos más específicos? “Inventando, haciendo magia”, responde su compañera, más veterana.
Explica que los pocos medicamentos aún disponibles se reservan para los enfermos más graves, “pero incluso en el caso de las patologías severas se pasa mucho trabajo”.
Artritis y sarna
María, de 74 años, padece desde hace casi tres décadas artritis reumatoide y polineuropatía, enfermedades degenerativas que lograba contener con inyecciones del complejo vitamínico B y clorhidrato de tiamina (truabin).
Desde que a mediados del año pasado ambas soluciones desaparecieran de las estanterías de las farmacias solo ha logrado inyectarse nueve veces gracias al regalo de un vecino solidario. Pero es insuficiente, lamenta.
“La artritis en su última fase conlleva infiltraciones y ese medicamento no lo hay, así que la articulación se sigue inflamando y los dolores son horribles. Pero qué vamos a hacer, no lo hay”, declara a EFE, resignada.
Tampoco hay antihistamínicos, ansiolíticos o antidepresivos y ni rastro de píldoras anticonceptivas o preservativos, confirman a Efe los encargados de varias farmacias en La Habana.
Otro gran ausente es la permetrina, que cura la sarna. Esta enfermedad ha resurgido con fuerza en el último año, provocando recurrentes brotes en toda la isla y llamadas de auxilio en las redes sociales de afectados que no logran hallar tratamiento.
Cuba clasifica como básicos 619 medicamentos, de los que 359 se producen en BioCubaFarma, la empresa biotecnológica estatal.
Cuba culpa el embargo
“En 2021 se nos han ido acabando los suministros y materias primas y el promedio de faltas mensuales ha sido de 120 medicamentos”, reconoció la vicepresidenta de la corporación, Tania Urquiza, en una reciente comparecencia televisiva.
No especificó cuántos fármacos importados faltan; “casi todos” según los farmacéuticos consultados por EFE.
La funcionaria culpó de la situación al embargo financiero y comercial de Estados Unidos que encarece la adquisición de fármacos, tecnologías, materias primas o equipos, obstaculiza las transacciones con terceros países y dificulta el acceso a la financiación externa para investigación y desarrollo, entre otros perjuicios.
“Todo ello en medio de una crisis económica internacional, donde ha colapsado la industria y logística mundial, dificultando poder traer hasta Cuba todos los insumos y materias primas necesarias para investigar y producir los medicamentos y vacunas”, argumentó.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), consultada por EFE, aludió a la pandemia como principal causa del problema de la falta de medicamentos en Cuba.
“La mayor parte de las materias primas, piezas de repuesto y otros componentes necesarios para la producción de medicamentos provienen de la región asiática, fuertemente impactada por la pandemia de COVID-19. Esta situación ha generado retrasos en el arribo de estas mercancías, tanto por los problemas de la reducción de la producción en estos países, como por la interrupción del transporte aéreo y marítimo”, declaró la organización.
Cuba, además, se encuentra sumida en su mayor crisis económica en más de dos décadas, con un fuerte déficit en la balanza de pagos e incapaz de afrontar su deuda exterior, lo que se traduce en el desabastecimiento no solo de medicamentos, sino de casi todos los alimentos y productos básicos.
Cooperación, contrabando y sucesiones
Una de las recetas para copar con la escasez es la solidaridad. “Si yo tengo aspirinas y un vecino las necesita se las doy y viceversa. Nos ayudamos, porque por muchas razones no tenemos las cosas que necesitamos. Ahora vivimos así”, comenta María.
Además de los intercambios personales -hay grupos de WhatsApp y Telegram exclusivos para el trueque de medicinas en Cuba- existen redes colaborativas organizadas por emigrantes cubanos en España o Estados Unidos para reunir fármacos y enviarlos a través de particulares en los escasos vuelos que operan a la isla.
En uno de esos vuelos llegaron la insulina y las tiras reactivas de glucosa para el hijo y el marido diabéticos de Nuria, trabajadora autónoma de 44 años.
Menos altruistas son otros métodos, como el contrabando. Una caja de paracetamol, un antibiótico, un anticoagulante o un tubo de crema antifúngica se venden hasta a diez veces su precio original en grupos de Facebook o páginas web de compraventa.
Si fallan los métodos anteriores, solo queda la providencia. Es el caso de Nuria, que ya había dado por imposible encontrar levodopa-carbidopa para su madre que padece de parkinson.
“Llevábamos un año y medio sin encontrar ese medicamento. Al final lo logramos hace un mes, porque falleció el familiar de un amigo que padecía parkinson y tenía bastantes reservas”, explica.
EFE.